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Location: Valladolid, Valladolid, Spain

Corazón blaugrana

Wednesday, May 17, 2006

El camino de Bonijo


Se trata de un camino agrícola con la típica morfología de este tipo de vías rurales es decir, dos roderas peladas y hundidas a ambos costados y una zona sobresaliente entre ellas normalmente cubierta de vegetación debido a que raras veces es pisado por vehículos y personas. Para tomarlo tenemos que salir del casco urbano por la carretera de Alcazarén, que es una de las cuatro salidas asfaltadas del pueblo, y coger el primer camino que sale a mano izquierda. Aquí comienza nuestro paseo. Antes, el camino se encontraba en su totalidad fuera del pueblo, pero de un tiempo a esta parte varias construcciones a ambos lados dan fe de que el pueblo sigue creciendo a pesar de la migración urbana. Y es que Megeces ha dejado de ser un pueblo totalmente agrícola y varias industrias de diferente tipo han prosperado asegurando el futuro, en algún tiempo incierto, del lugar. Tras una serie de cambios de dirección en zig-zag el camino se adentra con rumbo fijo hacia el barco que llamamos "El Perro". Dejando atrás la última curva el paseo se ve flanqueado de tierras de cultivo. Por el norte se aleja la citada carretera de Alcazarén y hacia el sur las parcelas suben, suaves al principio y más pronunciadas al final hasta encontrarse con el empinado camino de Pedrajas esculpido en la pared calcárea del Monte. Tiene el dicho monte corazón de piedra pero la piel que, como la de las culebras que lo habitan, muda y pasa del verde de la primavera al amarillo en verano da abundantes cosechas gracias a la fértil tierra que la forma. Cuando una ardilla podía cruzar el país sin pisar el suelo el monte de Megeces era un bosque de robles y encinas, luego, la necesidad de más tierras de cultivo hizo que se roturara todo el páramo. Todavía se pueden ver las grandes manchas oscuras en donde se hicieron las piras con la madera cortada.
Si tenemos suerte tendremos la oportunidad de ver, desde el camino, echando la vista hacia el monte, una bonita estampa cuando salen a pastar las vacas de la última granja bovina que queda en el pueblo.
A medida que nos acercamos al final del paseo la ladera se nos va echando encima y podemos apreciar la variedad de árboles que la habitan.
Sorprende en primer término un grupo de almendros perfectamente alineados formando casi un cuadrado perfecto que a finales de febrero pinta de blanco ese lugar con sus tempranas flores retando soberbias a los rigores del invierno que resiste y que aún dará sus últimos coletazos castigando la osadía del adelantado frutal. Entre los almendros y el cerro del monte se pueden encontrar riquísimas setas de cardo y una variedad de estas últimas llamada de gatuña, de idénticas características que las de cardo excepto por el color más claro del sombreo.
Un poco más allá algunas encinas y robles aislados que parecen haberse deslizado desde el monte por la gran colada de arena que años atrás dejó la explotación de una cantera dan paso al auténtico rey de la ladera meridional de Megeces: El pino.
Replantados a principios de los noventa parece que son los únicos que resisten bien las duras condiciones climáticas de la zona. Su rápido y uniforme crecimiento ha logrado transformar una ladera de musgo, tomillo y romero en una verde y continua pimpollada. Hacia el final del camino con los pinos nuevos convive una generación anterior de pinares donde abundan los pucheruelos que son unas setas en forma de puchero que se recogen con tenedor. Son ricos aunque indigestos si se abusa de ellos.
El camino de Bonijo muere en el mencionado barco del Perro, sombrío paraje coronado por el pico Los Tontos. En este pico la carretera de Alcazarén hace una curva para perderse de vista hasta el siguiente requiebro de la ladera.
Nuestro paseo termina donde termina el camino. En una ocasión el que escribe se sentó allí, en una piedra a la sombra de un pino, contemplando la ladera y preguntándose las razones que llevan a alguien a poner vallas al campo. Con estos pensamientos en la cabeza vio oscurecerse el cielo y abandonó el lugar acordándose de aquél lejano día en que, siendo niño, fueron a recoger almendrucos y se vieron sorprendidos por una tormenta que descargó en cuestión de minutos decenas de litros de agua en forma de granizo.
Cuántas tormentas como aquella habrán sido necesarias para acuñar el dicho local que ha llegado intacto hasta nuestros días y que describe de forma precisa el daño que puede hacer algo o alguien cuando “Es más malo que el nublao de Bonijo”.

1 Comments:

Blogger rivaldo said...

acabo de leer el texto y mola. A ver si tienes tiempo y continuas haciendo rutas por Megeces

5:53 AM  

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